sábado, 22 de marzo de 2025

Llorar

Siempre he intentado tomarme las cosas con humor. En uno de mis primeros trabajos una compañera (que posteriormente fue mi tutora laboral en otra empresa) me dijo que envidiaba que tuviera un enfoque positivo. Era un trabajo de verano, tenía 22 años y necesitaba estar ocupado para no pensar en otras cosas, pero era cierto. Mi enfoque era que ya había cosas que te hacían estar triste sin que lo quisieses y si estaba en mi mano que sonrieras ¿por qué no intentarlo? Irónicamente ese mismo verano fue testigo de verme llorar como si me hubiese quedado vacío (cosas del verano y de sentir mas de la cuenta). 

Llorar es natural, es necesario, es una sensación que experimentamos para bien, para mal o sin saber muy bien por qué. Simplemente nos pasa. Podemos pensar que llorar no soluciona nada pero a mi me gusta creer que tiene utilidad mas allá de lo que a simple vista puede parecer.

Recuerdo haber llorado tantas veces... haberme dicho "una y no más" y haberlo cumplido, haber llorado en silencio, haber llorado de forma escandalosa, haber llorado por ti, haber llorado por mi, haber llorado para ti y haber llorado para mi. Llantos por todo y llantos por nada. 

Si, me está quedando muy de artista incomprendido... pero antes de irme a la calle a dar cuartillas con poemas escritos a las parejitas que están de cañas en los bares (y porque está lloviendo) he decidido nombrar canciones que me han hecho llorar por uno u otro motivo. No tienen por que ser canciones tristes realmente, digamos que es algo autobiográfico. Si habéis visto la película "Alta fidelidad" podría asemejarlo a la forma en que John Cusack ordena sus discos (y si, debería leerme la novela...).

"Con vistas al mar" de Quique González. Tenía unos 16 años y me pasaba el día escuchando este disco, me saqué el carné de conducir y tenía la cinta siempre puesta. Cuando sonaba esta canción me parecía de lo mas bonito que había oído y que podía llegar a tocar yo mismo con la guitarra. Pasó el tiempo, mi situación cambió y cuando volvía a oír esta canción venían a mi mente primeras veces de adolescente. Me hacía llorar por diversos motivos, por nostalgia, por rabia... incluso llegué a odiar la canción porque me hacía sentir culpable al haberla compartido con alguien que creí que no se lo merecía.


"Arms around your love" de Chris Cornell. Me pilló redescubriendo a este cantante en un momento en el que estaba sólo y un poco inestable mentalmente. Momentos de tener demasiado silencio en casa y de hablar solo por los pasillos. Uno de esos días necesitaba hablar con alguien, con quien fuera y absolutamente nadie contestaba al teléfono. Me hacía llorar porque me sentía culpable de la situación, se habían torcido algunas cosas y otras no llegaba a entender cómo funcionaban. Con el paso del tiempo llegué a darme cuenta de que no era necesario entenderlo. 


"Suite for Forrest Gumb" de Alan Silvestri. Esta composición perteneciente a la banda sonora de la película no es que me recuerde a nada en particular sobre una experiencia pasada, simplemente es oír el inicio y me parte el alma, supongo porque la vinculo a la vida del personaje, en cómo de dura puede ser la experiencia desde que se es un niño con capacidades diferentes al resto. También es cierto que la pieza conforme avanza cambia su melodía convirtiéndola en algo mas alegre o esperanzador. Me hace llorar porque me es inevitable que ese inicio después de dejar a Tom Hanks sentado en el banco me haga pensar en toda la dureza que pudo encontrar (aunque el personaje probablemente no era consciente, ya que era pura bondad).


"Everybody wants to rule the world" de Tears for fears. Este caso es un poco peculiar, la canción me encanta, es un referente a mi niñez y sonaba en la radio muchísimo. Al oírla me recuerda a las tardes de domingo en casa de mi abuela paterna mientras mi tía se iba a Sevilla para estudiar en la universidad. Me hacía llorar de niño porque era un recordatorio de que era el día en que pasaba lo de todos los domingos. Ahora la escucho y me produce alegría porque me hace sentir afortunado por esos domingos. Me encanta la versión en directo que hacen actualmente, totalmente recomendable.


"These are the days of our lives" de Queen. Estaréis pensando: ¿Cómo no iba a entrar una canción de tu grupo favorito? Pero quizás os equivocáis de motivo. Evidentemente Queen ha estado y sigue estando presente en mi día y, por esa misma razón, es comprensible que haya llorado con sus canciones. Siempre han estado ahí, en mi walkman, en mi MP3, en mi mente tarareándose, en buenos y malos momentos pero no para hacerme llorar. Esta canción me hizo llorar por dos razones concretas: La primera es que se trata de la última grabación en la que apareció Freddie para un videoclip y eso me hace pensar en el momento de seguir siendo un artista hasta el fin de sus días, en mantener la compostura pese a que a los pocos días no iba a seguir con nosotros y en que, aunque podamos ser conscientes del deterioro de la enfermedad en él, nos trasmite tranquilidad (y esa última frase, por dios!). La segunda razón es que existe un videoclip alternativo que, según se decía en los tiempos en que no podíamos buscar todo en la wikipedia, se hizo en colaboración con animadores de Disney y que se convirtió en una rareza al "renegar" su colaboración por los motivos que la casa del ratón considerase oportunos. 


Bonus track:

"Crying in the rain" de A-ha. Aunque esta canción es de los Everly Brothers, esta versión me gusta mas que la original. El video me parece tan de los años 90 que no me canso de verlo (me recuerda a películas del tipo "the breakfast club" o "el club de los 5" porque a alguien se le ocurrió que era el mejor título que se le podía poner en castellano), me encantan esos movimientos de cámara. En realidad no me ha hecho llorar pero me parece la mejor forma de explicar que, si necesito llorar, lo puedo hacer sin preocupar a quien quiero.

jueves, 13 de marzo de 2025

El rey del reiki

Esta historia empieza en un día de trabajo, en turno de mañana, en uno de esos días en los que no hay especial afluencia de clientes, un día aleatorio en el que, sin llegar a contemplar la posibilidad de que ocurriera, te cruzas en tu camino con alguien que no te deja indiferente.

Allí estaba yo, dentro de mi rutina, con mis labores, bronceando mi rostro con la luz artificial mientras revisaba la mercancía del lineal cuando recibí la señal de un ente, una energía, una luz, una voz que decía: -Disculpa, ¿trabajas aquí?- 

Sabias palabras para asegurarse de que mi vestimenta, que era la misma que la de las 50 personas que trabajaban en el mismo lugar, y mi chapa identificativa con mi nombre y apellidos no eran algún tipo de señuelo para generar confusión al resto de seres que se encontraban allí.

Ahí estaba el, delgado, aproximadamente de mi misma estatura, casi sin pelo, con barba canosa de 3 días y con un ojo vago. Me miraba fijamente... o igual no, la verdad es que yo no sabía bien a qué ojo mirarle.

Hasta aquí todo era normal: cliente que busca un producto y tu, haciendo tu trabajo, le asesoras: -Busco una grabadora de audio-. Podría ser así de fácil, pero no... -Es que doy clases para canalizar la energía, para estar en línea con el universo, para que podamos alinearnos con el planeta-. Intentando tener una reacción objetiva, yo asentía con la cabeza intentando parecer interesado en su secta de meter los dedos en el enchufe y, probablemente, ahí fue cuanto la otra parte se vino arriba y mientras hablaba conmigo me agarró del brazo con una mano mientras con la otra pasaba la mano por mi antebrazo diciéndome que irradiaba energía. A los pocos segundos paró y me dijo que volvería para comprar el producto que, evidentemente, no llegó a adquirir nunca. Todo quedó en una extraña anécdota.

Tuve una compañera de piso que estaba muy puesta en ese tema, el reiki, el chikung, los mudras... incluso asistía a congresos y eventos o retiros espirituales en los que no se realmente que hacían pero venía muy ilusionada. Los que estábamos a su alrededor temíamos que estuviese metida en algún tipo de secta pero éramos consciente de que no tenía maldad alguna y pudimos sentarnos con ella para comprobar que no estaba perdiéndose en campos peligrosos. 

Incluso apareció un día por casa con una amiga que se hacía llamar Abhá y que se definía como una chamana (porque lo de chavala le pillaba en un rango de edad un poco elevado). Fumaba como un carretero pero se dedicaba a decirme que la televisión era nociva porque la vida es continua y la imagen es discontinua (si, era la versión femenina de Ghandi... a la que podríamos llamar Gandía). 

Recuerdo un día que se celebraba el día mundial del agua y nos "invitó" a que proyectásemos nuestras energías y nuestros sonidos a los focos de agua que tuviésemos cerca para que la energía de la música se unificara por todo el mundo mediante el disolvente universal que es el agua. ¿Pretendía quizás que me pusiese a tocar la flauta metiéndola en el váter?

El tiempo pasó y, posiblemente debido a una espiral energética del universo (NO), volví a cruzarme con el ente del que hablaba al principio, que actuaba como si no nos hubiésemos visto nunca. ¿Cómo iba a olvidar ese ojo vago? Casualidades de la vida, resultó ser el hermano mayor de mi compañera de piso... todo empezaba a cuadrar. 

Y empezó la lección, que se basaba en ir comprobando la energía de todo aquél o aquella que tenía cerca pasando la manos por las espaldas, brazos o piernas de quien podía. Al principio todo era alegría, todo eran caras curiosas... hasta que empezó a parecer que el fundamento de comprobar la energía del prójimo se basaba en sobar al personal, por lo que el semblante de los presentes iba cambiando hasta el nivel de invitarle a irse. 

Y comenzó el debate sobre si estaba justificado un comportamiento poco convencional con la excusa de ser "un sanador". 

Sin atreverme a concretar de qué, no dudo en que era el rey...

sábado, 15 de febrero de 2025

Vivir de la lealtad

La vida está para vivirla y, cuando llegue el momento que corresponda, para morirla también. 

Y es que, a fin de cuentas, lo único que podemos tener claro es que vivimos y nos vamos a morir en algún momento, a no ser que sea cierto eso de de pertenecemos a una simulación... quizás las hermanas Wachowsky estaban intentando abrirnos los ojos de algún modo, pero aún así, igual también nos morimos... o igual no. 

Supongo que todo forma parte de algún tipo de aprendizaje, algún tipo de prueba o simplemente ocurren porque tienen que ocurrir (algunos dirán que el universo ha querido que sea así). A veces pasan cosas, algunas de ellas sin importancia y otras a las que les damos mas de las que realmente merecen.

Quizás haya demasiadas cosas que contar... o que callar... después de todo la ignorancia es la felicidad.

Una noche alguien, mientras hablaba de su situación sentimental que había finalizado después de 30 años, me dijo que lo que buscaba era a una persona que fuera leal. Inevitablemente lo relacioné con el concepto de fidelidad pero fue la misma persona la que me explicó que no vinculaba un concepto con otro, que la lealtad por alguien, desde su punto de vista no tenía nada que ver con la fidelidad. 

Hoy me decidí a buscar el concepto en el diccionario. Supongo que realmente no era la palabra exacta para definir lo que necesitaba (o es bastante probable que estuviera intentando decirme algo pero yo no lo pillase... fue una noche un poco larga). Y, aunque la definición en este caso no ayude, quiero entender que con alguien leal se refería a alguien que esté ahí donde le necesitas, alguien con quien poder contar y que te de su respaldo a las buenas y a las malas o quizás una conexión (o desconexión) que te haga sentirte en un lugar secreto.

Las definiciones que da el diccionario son estas: 1. adjetivo. Que guarda a alguien o algo la debida fidelidad. Usado también como sustantivo. Similar: fiel. 2. adjetivo. Fidedigno, verídico y fiel, en el trato o en el desempeño de un oficio o cargo. Similar: honrado, honesto, fidedigno, legal 

Sinceramente, es muy probable que nunca lleguemos a saber a lo que realmente se refería, pero me hace plantearme otra idea puesto que el origen de nuestra charla estaba basado en los sentimientos, la afectividad o las relaciones. 

La idea es que "nadie se muere de amor"... si, ya podéis hablar con Shakespeare y pedirle explicaciones, porque es así, muchos hemos pasado por tener un corazón roto o un nudo en el estómago, el cuerpo cortado o simplemente montarnos una película que nos gustaría que fuese "el diario de Noa" pero es mas bien "Pagafantas". Y si Paz Vega decía en "Lucía y el sexo" que se moría de amor, yo la recuerdo muy viva (y muy desnuda). 

Desde aquí podemos plantear: si no se puede morir de amor, salvo el caso de alguna enfermedad venérea ¿se puede vivir del amor? Y con esto no me refiero a algo económico o monetario como abrirte un onlyfans, ser propietario de apps de citas o hacer girar el bolso en un polígono (con todo el respeto) ¿puede realmente hacerlo o quizás estamos ante otro error de concepto? 



En cualquier caso, intentemos ser leales (sin tener que ser fieles) con nosotros mismos.

Han sido muchos años sin escribir, mil perdones!