martes, 28 de octubre de 2014

El principio del fin analógico

Corría el año 1999, éramos un poco mas ignorantes y, por lo tanto, mas felices. La televisión digital era solo para los privilegiados que tenían el "Canal +" y pensaban que se debía a que la señal viniera de grandes invenciones como el "Hispasat" o el "Astra", por eso mismo habían agujereado sus terrazas y balcones para poner una paellera orientada hacia el espacio. Algunos incluso procuraron que estuvieran en un lugar visible para ser la envidia de sus vecinos. 

¡Qué grandes momentos! Podíamos ver la "FOX" y ser testigos de repeticiones (si, ya había canales que repetían episodios antiguos) y reposiciones de nuestras series de infancia, para que digan que Steve Urkel ha pasado de moda. Y ser tan privilegiados como para ver el final de la primera temporada de "LOST" en primicia. Solo algunos conocedores de las posibilidades de la red se preocupaban en recopilar sus series favoritas o en capturarlas para despues compartirlas con el resto de usuarios al margen de leyes que aparecerían en el futuro condenando esos mismos hechos.

Un día nos llega un rumor, una supuesta noticia, algo que nos parece innovador y, aunque no lo entendamos del todo, revolucionario posiblemente porque visitamos esas webs tecnológicas que tanto nos gustan y nos ayudan a presumir de conocimiento entre nuestros compañeros de estudios o trabajo. Se avecina un cambio en la forma de ver las cosas, vamos a ver píxeles por todas partes, la calidad de imagen será nítida como la de un DVD y no hará falta una parabólica. Llegó la hora de olvidarse de ver canales con interferencias o lluvia y veremos así todos los canales de televisión y otros nuevos que se irán añadiendo.

En un primer momento la reacción fue la misma que tiene un perezoso en medio de la jungla cuando se entera de que Punset va por ahí buscando problemas, es decir, nos la soplaba a todos. El tiempo pasó y en un margen de tiempo inferior al año debíamos estar preparados para dar un paso hacia el futuro de las emisiones televisivas. Fue entonces cuando llegó el momento de que cundiera el pánico porque la caja tonta no nos iba a servir para nada. Comenzaba así la cruzada por la actualización hacia el TDT. 

Antes de dar el paso nos dedicamos a observar. Nuestro vecino, si, ese al que conocen todos en el pueblo tiene que saber lo que hay que hacer y, ya que nuestros amigos no tienen ni pajolera idea o no se ofrecen a arreglarnos lo de la tele en casa, nos tendremos que buscar la vida. Así que nos decidimos a hacerlo, si, vamos a... ver lo que hace el vecino sin preguntarle y despues de eso copiaremos e incluso mejoraremos su hazaña. Vaya, parece que está ampliando la altura de su antena. Bueno, pero si acaba de montar otra antena orientada en el otro sentido. ¿Esa extraña caja? Si, debe ser un amplificador de señal, tiene su lógica, con ese artilugio la señal de televisión se verá reforzada y se verá mejor, claro. No te aventuras en pensar la inversión que todo eso supone, te da dolor de cabeza y de cartera también.

Y, entre tus indecisiones, tu falta de ganas y el no saber por donde empezar, al final resulta que te ha pillado el toro. No sabes si ir a comprarte una tele nueva o dedicarte a la lectura. Y al final del todo terminas haciéndote con un TDT, el mas barato porque sabes que no te va a funcionar sin poner 2 antenas a 50 metros de altura y que venga el antenista a sacarte los cuartos por algo que tu no harás bien. Pero eres un hombre de buenas costumbres y, antes de llamar al técnico, te gusta comprobar que lo que has comprado funciona bien, supongo que con la idea de poder quejarte al antenista si no se ve la tele despues. Abres la caja del aparato y quizás sea la primera vez que te lees un manual de instrucciones, no hay mucho que leer (por suerte) y solo hay un par de conexiones bastante lógicas que hacer. Cable de antena al aparato, euroconector a la tele y enchufe eléctrico. El primer mensaje te pide buscar canales y, en realidad, ni siquiera lo lees porque aunque hayas perdido el tiempo en leer el manual te limitas a pulsar la tecla OK sin pausa y con mucha prisa. Aparece una barra de progreso en pantalla y permaneces a la espera por si explota, derrumbando la casa encima tuya y librándote de la agonía por la que pasas. Pero no es así, el proceso llega al 100% ¡y tienes canales que ver!

Eres el rey del mundo, tu solito te has currado todo y hasta te atreves a clamar al cielo bien fuerte para que lo escuchen tus vecinos: -¡Chúpate esa, Bill Gates!-   
Si no fuera porque "facebook" no existe lo pondría en mi muro, no te habías sentido tan realizado desde que configuraste tu correo electrónico en "outlook".

Y ese es tu momento de gloria, que dura hasta que quedas para tomar algo con tu mejor amigo y, esperando ansioso para presumir de tu hazaña, sentado en el salón de su casa, frente a su televisión te da por mirar el cable de antena que sale del aparato. Sube por detrás, se enreda en el tirador de un mueble y acaba en.... UN TENEDOR! Es entonces cuando te das cuenta de quién es el auténtico rival de Bill Gates.

domingo, 5 de octubre de 2014

Rutina de Trabajo

Mi jornada laboral tiene algunas variables horarias curiosas. Puedo estar en jornada de mañana, de tarde o tener Horarios Ampliados (HA), también conocidos como Happy Days. Un HA consta de una jornada de 10 horas y media que pueden iniciarse a mediodia o a primera hora de la mañana y cuentan con una hora intermedia para comer. Normalmente estas jornadas ampliadas suelen darse cuando un horario coincide de forma que alguna hora de la jornada condiciona menor personal en un departamento, digamos que para compensar la atención al cliente o para fastidiar al empleado que sea. En las fechas navideñas se acumulan con mas frecuencia y es bastante común encontrarte con 3 dias de esta jornada seguidos, lo cual es bastante agotador teniendo en cuenta la mayor afluencia de gente al comercio. Aún así, hay momentos coincidentes con alguna promoción o con las vacaciones del compañero que esté en el turno opuesto que hacen que te encuentres con este horario especial por sorpresa.

Con la aparición de estas jornadas en días consecutivos y el cansancio acumulado llegan a provocar sin ningún tipo de dudas apatía o desgane que hace que la conducta del empleado no sea la ideal. En mi caso intento hacer uso de la ironía, ... por no llegar a las manos o a hacerme el sordo, que sería otra opción coherente.
 
Tener un surtido de productos fijo hace que tengas medio ensayado un guión en el que basarte en función de lo que el cliente pida. Para lavadoras se preguntan por los kilos de carga y revoluciones, para frigorificos medidas del hueco o aparato, para vitrocerámicas y hornos funciones añadidas o específicas, para televisiones pulgadas y funciones adicionales. En el caso de los ordenadores hay bastantes mas cosas que preguntar e incluso puedes aventurarte aconsejar algo en función al uso que se le vaya a dar. 
 
Parece bastante sencillo, en función a lo que el cliente pida se le ofrece lo que tienes mas ajustado a sus posibilidades.

A la hora de la verdad, delante de un cliente, cara a cara te acercas y preguntas: -¿Qué está buscando?- La respuesta mas clara que te darán será a esa pregunta, no hay lugar a error, y te responderán el aparato que están "dispuestos a comprar". Y aquí es cuando, tanto tu como el cliente, os dais cuenta de que faltan datos. Normalmente hay alguna medida o característica que se ha obviado, bien sea por ignorancia o por descuido. No es tan importante, se puede asesorar sin medidas, echar un vistazo, comprobar alternativas o comparar y apuntar para una segunda visita... aunque también están los casos "especiales".
 
Y es que, a base de experiencia, hay a quien se le ve venir de lejos. Los comportamientos suelen repetirse y hay situaciones que no cambian.
 
Atendiendo a alguien, otra persona se te acercará y te dirá: -Perdona, una preguntita.-
Cuando haya una cola de personas esperando a ser atendidas alguien te preguntará si tiene que hacerla, estarás hablando con un cliente para que otro se quede detrás tuya aunque tengas a 3 compañeros libres sin hacer nada, habrá quien te diga que te esperan para que los atiendas donde ellos quieran aunque los 3 compañeros de antes sigan libres, algunos vendrán directos a ti aunque estés ocupado preguntándote si en esa zona no hay nadie para atender, te preguntarán por descuentos e insistirán en ser grandes clientes que compran todo ahí con el fin de que les regales algo. 
 
Pero nada superará mi momento irónico favorito, cuando alguien se te acerca y te pregunta eso de -Perdona, ¿trabajas aquí?- es como si no importara que vayas de traje, curiosamente como el resto de tus 20 compañeros, en pleno verano, misma camisa, misma corbata y hasta mismos zapatos y con el insignificante detalle de una chapa a la altura del pecho izquierdo en la que se puede leer el nombre de la empresa precediendo al tuyo propio. Lo mas curioso de todo es que anteriormente, cuando cada uno llevaba su propio traje y lo único que teniamos en común los empleados era la placa identificativa, nadie te hacía esa pregunta.