martes, 29 de marzo de 2011

Cuestión de clases

Trabajar de cara al público hace que te encuentres de todo. Y lo mejor aún es comprobar lo que pasa por la mente de cada cliente a la hora de adquirir un producto (o al menos intentarlo).

Como vendedor/asesor/orientador debo ser paciente, conciso, "sincero" y resolver todos los problemas con una sonrisa. No es que sea difícil, con la práctica se convierte en una rutina que, en función a la temporada, aplicas casi automáticamente.

Los principales valores a tener en cuenta son las propias características individuales del producto a adquirir, la marca del fabricante del mismo y posteriormente el dinero a invertir. Es totalmente comprensible que hoy en día ajustemos el presupuesto al máximo (o mas bien al mínimo, según se mire).

El hecho de trabajar en un determinado comercio puede dar ideas equivocadas a aquellos que te ven desempeñando la jornada. Mi salario es bastante menor de lo que piensan todos los que compran allí y cuando alguien compra en un comercio que es mas caro teniendo un mismo producto es por la posesión de un nivel adquisitivo determinado o por un malentendimiento de lo que es una garantía establecida a nivel europeo.

Salvo 2 excepciones contadas, no suelo comprar nada en el comercio donde trabajo actualmente por razones evidentes que se podrían resumir en el precio directamente.

Teniendo en cuenta todo esto, cuando alguien me dice que lo que vendo es caro y compara su salario con el mío sin saberlo ¿qué se supone que debo contestar?

Hoy en día no existen las clases... y tener un descuento no se basa en ser buen cliente, sino en el nivel de barbaridades que puedas vomitar en el "servicio de atención al cliente".

La teoría de trabajar en estos sitios es aprender a tratar a los trabajadores con el mínimo respeto con el que te gustaría que te tratasen a tí. En la práctica haces todo lo contrario, en vista a los resultados terminas convirtiendote en una persona mucho mas exigente (por no decir imbécil).