sábado, 27 de septiembre de 2014

Teoría de los 6 grados de Salby

Quizás hayáis oido hablar de la teoría de los 6 grados de separación de Kevin Bacon. Para los que no la conozcáis podéis preocuparos en buscarlo en google pero a grandes rasgos es algo así como que el actor tiene una relación encadenada con cualquier actor del mundo, es decir, que cualquier actor puede haber coincidido o trabajado con alguien que ha trabajado con Kevin Bacon o con alguien que haya trabajado con Kevin Bacon o con alguien que haya coincidido con alguien que haya trabajado con alguien que haya trabajado con Kevin Bacon. En realidad la alternativa de esta teoría que incluye a Kevin Bacon no es mas que una variante para hacerla algo mas atractiva, puesto que la teoría original se basaba en que todas las personas del mundo podían relacionarse mediante algún vínculo presencial tal y como comentabamos antes.

Pues bien, la alternativa que planteo aquí, aunque no tiene demasiado que ver con lo que se lee mas arriba, es algo así como el vínculo que se puede establecer entre un personaje, actor o nombre ficticio o real de una obra o evento de la misma naturaleza con otra situación que no debería tener relación alguna. Principalmente se pone a prueba en el mundo del séptimo arte y se basa en hacer gala del conocimiento del mismo con el fin de encasillar a uno o varios actores dentro de sus carreras o personajes mas relevantes. Esto, unido a la habilidad que poseemos algunos para saltar de tema sin previo aviso y llegando a olvidar el origen de una conversación puede convertirse en un arma de destrucción masiva taladracerebros de finalidad intrínseca y que no conduzca a nada pero sirva como muestra del nivel de friquismo del que lo expone.

Ejemplo:

Mel Gibson, despues de haber "luchado" por uno de los derechos fundamentales como es la libertad, con media cara pintada de azul y enseñando el culo al enemigo. Lo que no sabían los escoceses es que podía oir lo que pensaban las mujeres. Si, tuvo un altercado relacionado con tomarse un par de whiskys medio vestido de mujer mientras le alcanzaba un rayo. De todas formas, el amigo Mel ya estaba acostumbrado a sufrir, por una parte por tener que escuchar hasta la saciedad a Tina Turner mas allá de la cúpula del trueno y por otra parte por tener que estar aguantando a Danny Glover con su cantinela de jubilarse. El prejubilado de Danny ya tenía otras preocupaciones aparte de tener que estar lidiando con el peligroso mundo del crimen, pero es lo que tiene que quieras cambiar de vida despues de haber pasado tanto tiempo paseando a Miss Daisy, es mas, despues de jubilarse no se le ocurrió otra cosa que investigar sobre un asesino que planteaba acertijos a sus victimas para que apreciaran su propia vida, lo que no es extraño despues del trauma que pasó cuando vio un anuncio televisivo en el que su hija anunciaba condones y que vió toda la comisaría de policía, incluido el propio Mel. Aún así el hijo de Mel salió peor parado cuando fue secuestrado por un veterano de guerra obsesionado con los calcetines y que perdió sus piernas en Vietnam aún siendo salvado de una muerte segura por Tom Hanks. Y lo mas curioso es que aún perdiendo las piernas, secuestrando al hijo de Mel e incluso viajando al Planeta Rojo lo metieron en el C.S.I. para que se dedicara a la investigación forense. ¿Cómo puede ser policía un tio que secuestró al hijo de Mel Gibson?
El que lo tuvo un poco mas complicado fue el hijo de Tom Hanks, todo el día escuchando a su padre hablar sobre Jenny y con ganas de darle una colleja para que hablara mas rápido. No me extraña que en ocasiones viera muertos, el pobre debería estar amargado y mas aún cuando cuando su padre estuvo en paradero desconocido y se hizo amigo de una pelota de voleybol. Aunque si lo pienso un poco peor lo tenía Bruce Willis, que tuvo que hacer de psicólogo del chaval estando mas frito que las patatas del McDonalds. Terminó de haber estado salvando la ciudad de Nueva York con una camiseta de tirantas y cada vez con menos pelo y haber viajado en el tiempo para intentar luchar contra el ejercito de los 12 monos, con lo fácil que era robar cuadros controlando el tiempo con canciones en lugar de ver como un estrábico Brad Pitt se volvía loco, supongo que derivado de nacer viejo e ir haciéndose joven con el paso de los años. No me extraña que terminara derivando en una doble personalidad insomne, fabricando jabones y fundando un club clandestino de peleas callejeras. Eso si, no se quien sería capaz de pelearse con su otro yo, que podía perder los nervios y convertirse en Hulk. Es lo que tienen los personajes de Marvel, puedes tener un nombre guay como Hulk, Lobezno o ¿Constantino? Bueno, es un nombre despues de todo y no tiene tanta importancia si además de luchar contra las fuerzas demoniacas te liberarás de una simulación generada por ordenador traducida a caracteres verdes que caen en cascada y liderarás a la raza humana en su cruzada contra las máquinas que nos usan como abastecimiento energético.

Fin del ejemplo.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Conocimiento

Hay cosas que escapan del alcance de cualquier ser humano. No tenemos por que saber la razón de muchas de las cosas que nos suceden cotidianamente pero, aún así, no podemos evitar preguntarnos por el origen de unas cuantas situaciones. 

Vas por la calle, te sientas en un banco y se te acerca un perro, un amistoso chucho que te acerca el morro y mueve la cola. En algún momento alguien que no recuerdas te ha dicho que cuando mueven la cola es porque su intención es buena y por eso te decides a acariciarlo, olvidando a esa otra información mental que hace referencia a las enfermedades, pulgas, suciedad y otros probables males que también están presentes. ¿Qué más da? Has hecho un amiguito. Desde una leve caricia en su cráneo pasas a hacer suaves masajes por su cuello hasta su lomo, incluso acercándote a su morro como si pudieras darle un beso o un lengüetazo, que es lo que supones que es un beso para el cánido. Toda la magia de la amistad queda asentada, nunca mejor dicho, cuando tu nuevo amigo se sienta a tu lado a disfrutar del tu compañía... Y es entonces cuando ves cuando ese morro que ha estado lamiéndote es el mismo que usa para lamerse el pijo... Es posible que hayas compartido menos fluidos con una novia que con él. Pero ya es tarde, es mejor que no lo pienses y ni te plantees el por qué de esa reacción animal, aunque un buen consejo es que cuides tu aliento y que te laves mejor los dientes a partir de ahora.

No sabes que comer hoy y decides ir al supermercado. Como tu dieta se reduce a cuatro cosas que se repiten con demasiada frecuencia te aventuras en adentrarte en la zona que desconoces completamente, aunque acompañabas a tu madre de pequeño pero nunca se te ocurrió prestar un poco de atención en lo que hacia. Estoy hablando de la pescadería, con un olor fuerte y un ambiente húmedo acompañado de un surtido amplio de productos. La mayoría de los nombres te suenan a...  a... a nada, no tienes ni idea de que es lo que vas a decidir comprar ni de lo que vas a hacer después con eso. Mientras esperas tu turno intentas hacer un cursillo intensivo basado en observar al cliente más cercano e intentar no arriesgar en algo que después conserves en la nevera hasta que tengas que tirarlo. Llega tu turno y decides el nombre que mejor te suena: merluza. No sabes bien si lo pides por alusiones a tu necedad o porque has pasado la mayoría de las cenas de adolescente acompañando al Capitán Pescanova. Y el momento de gloria viene cuando la pescadera agarra la pieza delante tuya por la cabeza y le da la vuelta a las agallas, branquias o lo que quiera que sea, porque tampoco sabes llamarlo por su nombre, demasiado es que decidas comer pescado. Te las enseña esperando el visto bueno antes de prepararlo y tu ¿qué haces? Pones una mirada que mezcla haber chupado un limón, tener orígenes orientales y que un rayo de sol te deslumbre a las 7 de la mañana de un domingo saliendo de un bar porque saliste el sábado a tomarte una cerveza. Eso si, asintiendo con la cabeza, porque no tienes ni idea de el aspecto que tiene que tener lo que te acaban de enseñar. El resto de cuestiones ya ni te importan, ¿rodajas, en libro, quieres la cabeza para una sopa? Asentir es la respuesta. Llegarás a casa, enharinarás lo que quieras que has comprado y lo echarás a la sartén. Demasiadas emociones fuertes como para dudar del sabor. Y hasta presumirás ante tu madre diciéndole que hoy has comido pescado, aunque rezarás para que no te pregunte cómo lo has hecho.

Y así somos, sin saber del todo lo qué es mejor o con qué criterio se hacen algunas cosas, pero cogiendo los yogures de la segunda fila, la leche que caduca mas tarde (aunque 6 paquetes nos duren una semana) y procurando que una caja de un artículo esté en perfecto estado sin preocuparnos más de cómo esté en su interior.

Y llegara el momento en que seamos nosotros mismos los que demos las mismas explicaciones que se nos dieron y digamos cosas como: -si vas al baño, ten cuidado porque le he echado lejía-  ¿que pasa? ¿Tu madre pensaba que ibas a beber del váter o quizás te veía con ganas de bailar la lambada con él? 

Evidentemente todo tendrá su explicación lógica pero no será algo que aprendamos en la escuela y terminaremos confirmando las razones por la mayor base de conocimiento que existe: la experiencia.