viernes, 25 de junio de 2010

Laboralmente

Me he llevado 4 meses recordándole a mi jefe (por llamarle de alguna forma) que tenía que mirar/calcular/pagar el dinero que me debía de unos dias de enero.

Se sabe que los empresarios son personas ocupadas y que, al parecer, no disponen del tiempo que cualquier ser inferior dispone, pero ¿tan difícil era que consultara la cantidad? supongo que también influye el hecho de que la gestoría que lleva estos asuntos sea de su propiedad.

Después de unos cuantos fines de semana envenenado en casa recordando que la respuesta a cada vez que le comentaba el asunto era algo así como: -si, ya, vale.- decidí ponerme serio. Lo primero que me dijeron los cercanos a mi fue que no perdiera los papeles, que no cayera bajo, que me comportara con educación, etc. Y así fue, me preparé el domingo por la tarde mis anotaciones, tickets de caja pendientes, algún albarán, nóminas anteriores, finiquito anterior y contrato. A la mañana siguiente madrugué un poco mas de la cuenta, metí todo en una carpeta con el logo de la susodicha gestoría y me planté allí media hora antes del momento en que solía comenzar mi jornada laboral.

Llegué y comprobé que estaba reunido con alguien, así que esperé con calma, apaciguandome un poco mas si era posible para ser lo mas preciso posible en mis palabras.

Despues de 20 minutos conseguí entrar en el despacho. En cuanto vió la carpeta pareció comprender que era lo que ocurría y me dijo: -¿es por lo de enero?- Mi respuesta fue clara: -Por lo de enero y por lo demás.-

En primer lugar cayeron las compras que yo mismo tenía que haber realizado y pagado (por supuesto) para la empresa y que temía que no se me desembolsaran. Esto no tuvo mayor problema... pero la cosa no quedaba ahí. En cuanto saqué los papeles e indiqué las fechas se me mostró una cara de desacuerdo acompañada de frases como: -Creí que ya te lo había pagado, no puede ser, me da igual, no quiero saberlo, ¿cuanto tengo que pagarte?-

Mi respuesta de nuevo fue calmada. Me dediqué a recordarle dos cosas: 1º si la deuda hubiera estado zanjada no me habría dedicado a recordarla una vez a la semana durante 4 meses. 2º no soy yo el que tiene que calcular la cantidad.

A la hora de calcular dicha cantidad cogió su calculadora, hizo como el que hacía cuentas y despues llamó a una de las chicas que trabajaba en la gestoría para que calculara el importe total del periodo correspondiente. Cuando leyó el resultado su cara era un poema y no me extrañaba, entre otras cosas, porque era el doble del importe que esperaba recibir yo mismo.

Pero hubo ansias de venganza y, mientras firmaba el pagaré correspondiente, me dijo evitando mi mirada y torciendo su cabeza hacia la pantalla de su ordenador: -Tu contrato termina el próximo dia 30. Te iba a renovar, pero vistas las formas...-

Era el momento ideal para exigir mas, para acusarlo de todo lo que no había cumplido durante el periodo de trabajo, de dejar bien claro todo.... pero preferí decirle que me parecía bien.

El continuó tentando a la suerte y me comentó la posibilidad de anular el contrato de trabajo y que yo no fuera a trabajar al día siguiente... pero creo que no se había dado cuenta de que yo sabía lo que eso conllevaba. Le recordé que mi contrato terminaba el dia 30 y, por lo tanto, hasta el día 30 acudiría a trabajar.

A falta de menos de 1 semana para la finalización, parece ser que duermo mejor que antes y mi tiempo libre me ha dado oportunidad de estudiar todas las posibilidades para el día del finiquito.

La cuestión es ¿me llevaré alguna sorpresa o se la llevará el?