martes, 23 de diciembre de 2008

¿Cúanto vale un café?

Hace algún tiempo (cuando se puso de moda el reunir a gente para interrogar a los "políticos de turno" en programas de televisión) salió a la luz la pregunta que da título a este texto: ¿Cúanto vale un café?



Como bien decía este caballero, un café valdría 80 céntimos en los tiempos del abuelo Patxi... si lo pensamos, valía menos de 80 centimos, creo que no sobrepasaba las 100 pesetas cuando yo era pequeño. Aún así, confieso que una vez estuve alegre de que el precio del café hubiera experimentado un incremento, es mas, me hubiera alegrado muchísimo ese dia que una mísera taza de café costara 5 €uros.

Fue hace algunos años, en mi anterior empleo. "Me tocó" ir a casa del tío de mi jefe a montarle un ordenador. Teniendo en cuenta que cerrabamos a las 8 y media de la tarde y que para esa hora faltaban aproximadamente 25 minutos cargué los bártulos a toda prisa en el "vehículo de empresa", es decir, un Renault Clio de la primera edición que salió (rojo, por supuesto) y que tenía el tuboboost escacharráo. Me apresuré a mi destino todo lo rápido que pude con el fin de acabar lo antes posible... así que llegué y sin decir nada mas que un simpático: -vamos al lio- descargué todo del Formula 1 y me puse a montar todo.

Realicé el montaje en un tiempo record (menos de 10 minutos) y comenzó lo complicado, cuando el tío de mi jefe comenzó a hacer las típicas preguntas de fácil respuesta. Normalmente, y dada la hora que era, mi plan consistía en mostrar mi prisa y mis ganas de irme, entre otras cosas porque yo solo estaba allí para montar el equipo, pero al tratarse de un familiar de mi jefe preferí quedarme un poco y explicar todo lo necesario para no tener problemas en el futuro.

Dí una paciente explicación de todo y dejé todo bien zanjado, tan bien que el nuevo propietario me ofreció una propina que yo rechacé (mayormente por ser familiar de mi jefe) pero este insistió, diciendome: -Toma, algo para un café- y lanzando algo al bolsillo de mi abrigo. Yo no paré a comprobar que era y me marché. Volví a toda prisa para cerrar la tienda y al irme a casa metí mi mano en el bolsillo pensando en la buena propina que me había ganado... tanta prisa y mi paciente explicación habían tenido su digna recompensa...



Y eso fue lo que gané, lo que me ofrecieron y lo que finalmente tuve: -Algo para un café-.

Bueno, eso y una sonrisa... tampoco estuvo tan mal, podría haberme dado una cucharilla o un sobrecito de azucar.

3 comentarios:

  1. q bueno artista!! jajajaj
    x cierto...felices fiestas!!
    P.D: soy Sanchis!

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  2. q bueno tio...soy la risa tus pocas entradas del blog...dale vidilla a esto tio!

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  3. des- aliñaooo queremos que nos inspires con tus pensamientos. Sigue escribiendo.

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