jueves, 20 de noviembre de 2014

Pánico

La vida pasa y te das cuentas de las reacciones del ser humano. No todas las personas son iguales y no todas saben afrontar las situaciones del mismo modo. Lo que a algunos les parece gracioso a otros les parece una tontería. Incluso puede que seas gracioso para los demás y que, en los momentos de soledad, no seas capaz de encontrar esa comedia que despertaba las risas en el resto. 

Tras una serie de acontecimientos me doy cuenta de que hay algo que nos encanta y que no nos importa soltar sin comprobación previa. Somos amantes de los chismes, los rumores, los bulos, las leyendas urbanas, los mitos y las leyendas. Nos encanta innovar para mal, convertir un canto rodado en un menhir. No se por qué no hay inversiones I+D en patio de vecinos, la verdad.

En lo que no perdemos el tiempo es en comprobar la información, contrastar la veracidad de lo que nos dicen. Incluso intentaremos propagarla para que llegue a la mayor cantidad de gente posible, aunque no sea verdad lo que decimos. Lo mas curioso es que, al propagar la información, lo haremos persona a persona y en voz baja, como si el secreto no fuera a compartirse mas.

Si fuera un pensamiento propio podríamos decirlo sin problemas, una opinión es solo eso, pero somos precipitados y aventureros para asegurar que lo que decimos es de primera calidad y que nuestra profecía está cumpliéndose. El extremismo llega a niveles tales que llegamos a creérnoslo todo, sin rechistar, sin cuestionarnos nada... pero al fin y al cabo ni siquiera nos importa.


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