lunes, 12 de enero de 2009

Reto de Vuelta

Comienza un nuevo año y mi mente solo se puede concentrar en que no llueva o nieve en la zona a atravesar. El dia 2 me levanto a las 10 de la mañana con pocas esperanzas de poder llevar a cabo mi proyecto, me asomo a la ventana y veo un cielo nublado, pero menos que los dias anteriores en los que amanecía lloviendo. Sin entretenerme demasiado me visto, desayuno y hecho un vistazo a mi fiel compañera abandonada en el sur... todo está bien, sus últimos añadidos hacen que parezca mayor que la última vez que estuvimos compartiendo un tiempo (habían pasado 6 meses desde mi última visita... y casi 10 desde que me marché sin saber cuando volvería a montarla).

La llevé a la gasolinera que tengo al lado de casa, llené el depósito y volví a casa... cogí las alforjas y el sobredepósito que la noche anterior había llenado de mi ropa y mis pertenencias "esenciales" y me despedí de mi madre que, con cara apenada, me decía: -si en algún momento ves que no puedes seguir, que la carretera está mala o que es demasiado para ti nos llamas y te vamos a buscar en un momento, dejas la moto donde sea y ya veremos la forma de traerla- yo le contesto: -Tranquila mamá, si veo que no soy capaz de seguir os llamo y me doy la vuelta a casa-

Una vez colocado todo me coloco la ropa para el viaje, me miro al espejo y pienso en la locura que se me ocurrió hace unos meses y que estaba a punto de iniciar... pero mi mente sigue recordando la cara de mi madre al despedirse... hago de tripas corazón delante del espejo y veo el cierto parecido que tengo con Robocop... mas bien soy Robocotrón.

Miro mi YBR y parece una de sus hermanas mayores con tanta carga encima... y, aunque tenía previsto salir cuanto antes para evitar la noche, me doy cuenta de la hora que es, las 12:30 del mediodía... esa es la hora del comienzo de trayecto.

Una vez que me monté en la moto tenía medio clara la ruta a seguir: serían dos dias, evitando la conducción nocturna y descansando cada hora y media o 2 horas donde pudiera para llamar a la familia y comunicar como iba el trayecto. Al ponerme en marcha pensé que si no lo hacía en 2 dias, lo haría en 3 y no habría problema alguno tampoco, así que mi trayecto fue mucho mas tranquilo.

Me puse en marcha en dirección Villablanca y a partir de allí comencé el ascenso en dirección Extremadura, atravesando los pueblos necesarios y evitando las autovias.

Primer dia de trayecto.

En principio fui fiel a la ruta planteada pero, conforme iba subiendo, realicé variaciones "instintivas" sobre la marcha que me hicieron zigzaguear en lugar de seguir en linea recta.

El camino hasta pasar Cabezas Rubias fue bastante normal y cómodo, pero a la hora de desviarme en dirección Almonaster la cosa se puso un poco mas complicada, los caminos de la sierra de Huelva en esta zona eran un tanto estrechos y, si la carretera en algunas zonas anteriores había tenido baches y poca estabilidad, aquí la carretera se llenaba de curvas y de momentos en los que frenar para dejar pasar a otro vehículo que va en dirección contraria. Eso si, los paisajes que acompañaban eran uno de los principales incentivos a seguir adelante.

La primera parada la realicé en Almonaster de la Real, donde revisé los apuntes que llevaba encima como rutas a seguir (algo así como una especie de GPS de papel que me servía de guia), descansé de las 2 horas que llevaba de trayecto y aproveché para informar a la familia y demás de la situación. La parada sería de poco mas de 15 minutos y fue cuando me planteé buscar algún lugar en el que comer algo en ese mismo pueblo pero lo descarté por falta de hambre.

Continué mi camino con un destino fijado: Zafra.

Al salir de Almonaster me tocó atravesar otro trayecto de carretera estrecha, con poca visibilidad y llena de curvas (muy común en las travesías de la sierra de Huelva) pero con el interesante paisaje de nuevo.

En el momento en que me uní a una carretera nacional, con mejores condiciones y mas usuarios en la vía noté como unas gotas comenzaban a caer. Comenzó a caer un leve chispéo que cesó rápidamente. En ese momento ya tenía en mi cuerpo un poco de rabia porque era casi evidente que en algún momento me iba a llover.

Mi enfado se esfumó en el momento en que un cartel anunciaba mi entrada en la Comunidad Autónoma de Extremadura. No pude evitar sonreir y pensar que era un buen momento para comer algo. Paré a repostar antes de llegar a Fregenal de la Sierra (no estoy seguro de si me encontraba en Higuera La Real), fueron 6€ de gasolina y comer algo en un restaurante situado junto a la gasolinera. También fue el momento de prevenir y poner la funda impermeable a las alforjas por lo que pudiera pasar. Llamada de rigor a la familia y continuación del camino.

El siguiente destino en el que pensé fue Badajoz, mas que nada porque me había planteado pasar la noche allí en función de como fuera mi llegada, el tiempo que acompañara en ese instante etc (podeis observar el giro absurdo que hago yendo a Badajoz para despues terminar en Plasencia).

Hasta Badajoz no realicé ninguna parada mas, la carretera estaba en buen estado aunque era un poco monotona, eso si, alguna leve llovizna me persiguió durante parte del trayecto.

Cuando llegué a Badajoz lo primero que hice, parar en una gasolinera, no para echar gasofa, sino para comunicarlo a la familia (por supuesto) y ponerme en contacto con una amiga de Burgos que se ofreció a buscarme alojamiento mientras yo iba en marcha.

Andaba por Badajoz y estaba bastante contento porque ya tenía en mente el final de la primera parte del trayecto. Mi contacto en burgos se puso a buscarme un lugar en el que pasar la noche (no se por qué razón, la noche anterior había sido yo mismo el que curioseó por la red un posible alojamiento en Badajoz, Caceres y Plasencia y me quedé con algunos nombres que me parecieron una buena oferta). En esta parada estuve fuera de la moto casi media hora que, aunque me supo a gloria, llegó a tal duración por el par de llamadas telefonicas que hice.

Volví a ponerme en marcha sabiendo que ya era inevitable que se me hiciera de noche, pero la cuestión principal era ¿dónde?

Ahora, en Badajoz, llovía levemente, estaba oscureciendo muy rápidamente y mi trayecto me haría atravesar la ciudad. El trafico estaba colapsado por diversas razones y yo, esperaba paciente... hasta que recordé que nuestra YBR es una compañera ideal de ciudad y me puse a ganar yardas entre los coches, cambiando de carril y aprovechando la fluidez que te da una compañera como esta. En quince minutos había atravesado Badajoz y me encontraba en dirección Cáceres, con la misma leve llovizna que me dio la bienvenida a la ciudad anterior.

Conforme avanzaba se hacía mas oscuro, pero lo peor vino cuando atravesé el único pueblo que fue necesario (tan solo fueron dos curvas) y observé como a la oscuridad de la noche se le unía una densa niebla que, aparte de no dejarme ver mas allá de mis narices, hacía preguntarme si los demás conductores apreciarían mi presencia o me llevarían por delante sin querer.

Cuando pude llegar a una zona mejor iluminada me percaté de una señal que anunciaba mi llegada a Cáceres, seguí un poco adelante hacia la ciudad y aproveché una entrada a la autovía en dirección Plasencia. Aquello ya era mi pequeño infierno personal, formado por lluvia, niebla y coches que dejaban la potencia de mi compañera y la visibilidad de mis propios ojos a la altura de un comino. Me armé de paciencia y tranquilidad pese a las circunstancias y me concentré en lo que me quedaba de trayecto y en lo que iba a agradecer al día siguiente ese último empujón que, aunque podría hacerse el dia siguiente sin problemas, estaba completando en ese mismo momento.

Mi YBR tenía sed y yo tenía hambre, así que, a falta de unos 30 km para la llegada a Plasencia, decidí desviarme a un area de servicio en el que cenar algo repostar y, por supuesto, descansar. Fueron otros 6 € de gasofa, cena, meada de rigor y vistazo al móvil en el que se podía ver la drección del hostal donde pasaría la noche y donde me advertían que podría dejar la moto a salvo en una zona trasera al lugar. Monté de nuevo y volví a unirme a la autovía casi obligado por los deseos de llegar.

El hostal se situaba a la entrada de Plasencia, llegué y mi contacto ya se había encargado de anunciar mi llegada. Rellené los papeles pertinentes para tomar mi merecido descanso y comenté mi situación, me indicaron por donde debía dejar mi montura y cuando fui al lugar indicado se trababa de un almacén de la cocina del Hostal en el que había una hermana mayor de la YBR (no me pregunteis nada concreto, estaba concetrado en desmontar las alforjas y subir al cuarto).

Una vez en el cuarto, llamadas de rigor a familia y amigos, despedida de aquellos de los que no pude despedirme en persona esa mañana ni la noche anterior y dejar todo en el suelo... creo que la mayor satisfacción fue encontrarme una bañera en el cuarto, para mi solo... el resto fue solo ver la previsión del tiempo y descansar hasta la mañana siguiente.

Segunda parte del trayecto

Son las 9:30 de la mañana y algo hace que despierte, supongo que son las ganas de continuar el viaje. Al asegurarme de que no me olvido nada en el hostal me doy cuenta de que he recuperado mis fuerzas completamente y me alegro al recordar ese último esfuerzo el día anterior que me quitaría unos cuantos kilómetros para el día de hoy.
Una vez que compruebo todo, marcho a recepción y a recoger a mi compañera, que también ha pasado una buena noche en el almacén donde me dejaron estacionarla.

Vuelvo a cargarla con todos los trastos, recibo un par de llamadas telefónicas preguntando si va todo bien, como he pasado la noche, etc... cuando estoy listo para zarpar miro el reloj... las 11:30 (otra vez se me ha ido la hora de salida).

El cielo parece despejado y no llueve, así que pongo dirección Salamanca y, aunque en el mapa que puse se ve todo por autovías, me recorrí casi todo el camino hasta Salamanca por carreteras nacionales, muy en la onda de las carreteras de la sierra de Huelva, con la excepción de ser bastante mas anchas. Algo que me llamó bastante la atención es que la nacional que sigue la ruta de la plata es como una carretera paralela a la autovía. Desde Plasencia a Salamanca solo realicé un par de paradas cuando sentí unos golpecitos que anunciaban un leve chispeo y me animaron a relajarme y tomarme el desayuno al poco de dejar Plasencia y a unos 20 Km de Salamanca, para descansar un poco despues de casi 2 horas de trayecto y calentar mis manos con el agua caliente del baño de una gasolinera y esque ya se empezaban a notar las temperaturas del norte, sobre todo cuando el día anterior había salido desde Huelva a 15ºC y en Plasencia estaría a 12ºC esa misma mañana.

La carretera hasta esta segunda parada varió desde una nacional que atravesaba pueblos de sierra extremeña, hasta la nacional que llegaba a convertirse en una paralela a la autovía. Cerca de Salamanca no me quedó mas remedio que seguir por la autovía porque tanto la nacional como la autovía tenía tramos en obras y el trayecto a seguir era por una autovía con carriles habilitados en ambos sentidos. poco despues de pasar la salida que me dirigía hacia la propia ciudad de Salamanca llegó el momento de parar a descansar y repostar, así que tomé la salida mas próxima (dirección Zamora) para repostar. Fueron otros 6 € de gasofa y una buena charla con el señor de la gasolinera, que me dedicó unas palabras de ánimo.

Retomando la ruta ya solo me quedaba pasar por Valladolid y llegar a Burgos. El poco camino que me quedaba (poco comparado con lo que ya había hecho) lo hice siguiendo la nacional hasta Valladolid, que seguía siendo una paralela a la autovía que se iba cruzando por encima o por debajo a uno y otro lado de esta. Daba la sensación de tratarse de una persecución entre la carretera y yo. A 50 km de llegar a Valladolid empezó a llover, pero esta vez no era un chispéo, sino una lluvia de verdad, así que decidí parar en un restaurante cercano. Fue la parada de mas duración que realizaba en los dos dias de trayecto, casi una hora y media en la que aproveché para comer, descansar, meada de rigor, entrar un poco en calor, comprobar la ruta, ver el tiempo que me esperaba mas adelante y contar esta misma historia a alguno de los que almorzaba cerca mío.

El frío se hacía notar y mas teniendo en cuenta que llovía mas que ayer, y que me acercaba mas al norte, la ropa estaba seca y mis zapatos y guantes, aunque por fuera pareciesen mojados, por dentro no lo estaban, pero eso no quitaba que mis dedos estuvieran helados, la parada hizo que se repusieran y que volviera a montar con mas ganas de llegar. Al salir del restaurante me guitaron: -Ya te queda poco, 150 Km y habrás llegado- Eso me hizo pensar que en 2 horas habría concluido todo.

Monté de nuevo y seguí la carretera hasta llegar a Valladolid sin ninguna novedad, salvo leer en unos guardarrailes una pintada que decía: ESTO MATA.

En cuanto llegué a Valladolid pude darme cuenta de como una pareja de Guardias Civiles estaban pidiendo los papeles a unos chicos con moto de cross a la entrada de la ciudad. En ese momento me pregunté si llevaba todo a mano y, como llevaba una hora montando desde mi última parada, decidí parar, revisar todo, llamar por telefono para informar de la situación y fue ahí cuando me dí cuenta de que ese mismo dia me caducaba el seguro.

eran casi las 18:00 y ya se notaba como la oscuridad se acercaba, atravesé Valladolid y decidí que la última parte de trayecto la haría por autovía, mas que nada porque ya me había retrasado mas de lo que esperaba por culpa de la lluvia, que no volvió a molestarme. Todo el camino desde ahí hasta Burgos fue bastante monotono, pero en los últimos 40 Km tenía un nuevo desagradable acompañante: el viento, que hacia que mis dedos notaran mas aún el frio y que llegaban a tambalear mi motocicleta (y a mi mismo) en cuanto pasaba zonas en las que no había setos en la mediana o cuando era adelantado por algún vehículo. Por cierto, mas de un hijo de su madre me hizo un adelantamiento bastante pegado, lo cual me hizo blasfemiar contra su respectiva madre en mas de una ocasión.

A falta de 20 Km, teniendo que accionar el embrague con toda la mano por causa del frio y yendo a menos de 80 km/h por culpa del viento que me llegaba a desestaabilizar en el momento que superara esta velocidad, se me planteó el dilema de seguir sufriendo hasta el fina o hacer una parada. Ganó por mayoría la parada, entre otras cosas porque el depósito se encontraba por la mitad y en todo el viaje había procurado que no pasara de ahí. Reposté en la primera salida que ví, tuve una charla con la dependienta de la gasolinera, que era bastante amable y que me convenció para sacarme la tarjeta Cepsa, no se si es que le gusté o es que tenía pocas visitas pero me hizo sonreir bastante. Rellené el folleto como pude, porque el frio se hacía notar aun, estuve hablando unos 10 minutos, mientras reposté por última vez ¿Cuanto? 6,50 € ¡vaya novedad!

El último tramo seguía en la onda de antes de haber parado, con viento y algunos que no mantenian la distancia de seguridad contigo, pero algo cambiaba, al fondo se podía ver la luz de la ciudad de destino. Al entrar en la ciudad y, por lo tanto, disminuir la velocidad me levanté la pantalla del casco y noté como el frío característico me daba en la cara. Ese refresco era mi recompensa por llegar y al conducir por la ciudad una sonrisa permanecía debajo del casco. Me dirigí hasta casa, desmonté la carga, llamé a todos los que se habían preocupado por mi viaje y dejé la moto en la plaza que me habían ofrecido unos amigos para resgurdarla de los peligros de la calle.

Al final, haciendo recuento del viaje pude contabilizar 890 km, 30 € de gasofa, 15 horas de trayecto entre las que se incluyen 3 y media de descanso aproximado, una pernocta, 2 almuerzos, 1 cena y 1 desayuno en sitios de carretera, lluvia, viento y, en la parte final, frío, muchas curvas y muchísima satisfación por haber completado el reto.